Durante el proceso de invasión de España en estas tierras, las mismas fueron llamadas Indias Occidentales, para diferenciarlas de las Indias Orientales, de allí que a los nativos los españoles les denominaran también indios. Indios que como todo grupo humano intentaron defender su gente, cultura y creencias del dominio de otro grupo; podemos hablar entonces de una resistencia indígena a la conquista española. Si bien es cierto el nombre
del cacique lenca Elenpira es el único que ha
transgredido a nuestra cultura general, no es el único registrado en los anales
de nuestra historia. Hagamos un breve viaje por esa etapa de la historia de Honduras:
En 1526, Pizacura, fue el jefe de la resistencia
indígena contra las huestes de Hernán Cortés, cuando este realizó su expedición
a las Honduras. Habiendo llegado Cortés a Trujillo, se dedicó a pacificar la
zona, en donde sólo los pobladores de las provincias de Chapagua y Papayeca
aplicaron diferentes formas de resistencia: retirarse a las montañas en una
primera fase y el combate posterior. Los chapagua se adscribieron pronto a la
dominación española, pero los papayecas continuaron manifestando su hostilidad
lidereados por Pizacura quién fue capturado; Mazatl asumiendo el
cargo de jefe se negó a rendirse y fue capturado y ejecutado por las tropas españolas.
Aunque Pizacura recobró su libertad, su pueblo no corrió tal suerte ya que
fueron vencidos y esclavizados.
En 1526, conquistadores al mando de Diego de
Salcedo incursionaron en Ulancho el Viejo en busca de las huestes del cacique Benito
Señor de Silca. También corrió la suerte de sus compañeros al ser capturado,
murió al ser lanzado a una jauría que le dio muerte. Pese a ello, la conquista
fue detenida temporalmente en esta parte del país.
1530 fue el año de Copán
Galel. Tropas de Hernando de Chávez se enfrentaron a los chortí al
mando del jefe supremo Copán Galel y les obligaron a replegarse hasta el actual
departamento de Ocotepeque en una resistencia que sólo prolongaría el anunciado
final. Cinco años más tarde Francisco de Montejo por entonces Gobernador de la
Provincia de Higueras y Cabo de Honduras, envió al capitán Alonso de Cáceres a
pacificar a los lencas que mantenían una fuerte resistencia en la zona centro occidental de
Honduras. Llegado a fines de 1536, Cáceres emprendió una tenaz lucha que
controló la mayoría de las rebeliones exceptuando la del cacique Elenpira
quién operaba en Cerquín con más de dos mil hombres. De acuerdo a la probanza
de méritos de Rodrigo Ruiz, el bravo jefe fue derrotado en lucha cuerpo a
cuerpo, pese a ello la rebelión continuó hasta el año de 1539 en que se dio por
pacificada la zona.
Durante muchos años, la existencia de Lempira fue objetada en vista de
lo inverosímil que se narraba su muerte, sin embargo la vista del documento
encontrado por el Dr. Mario Felipe Martínez Castillo, nos permite conocer la
verdad histórica de los sucesos que acaecieron en aquellos días. No se trata de
que existan dos versiones sobre la muerte de Lempira: se trata de que se ha
esclarecido un mito histórico y la verdad ha salido a la luz, tal como ocurrió
y no, como nos la inventaron.
Elenpira fue un
hombre lenca, jefe guerrero de Cerquín, quien fue comisionado por el cacique Entepica
para que organizara la resistencia a la penetración española, en 1537, teniendo
como base de operaciones el peñón de Cerquín, aliándose con el sub-grupo Lenca
de los Cares. Según las crónicas españolas, logró reunir un ejército de 30,000
soldados, procedentes de 200 pueblos. Su ejemplo sirvió para que otros grupos
aborígenes se alzaran también en armas en el Valle de Comayagua. Los intentos
hispanos por derrotarlo, dirigidos por Francisco de Montejo y su lugarteniente
Alonso de Cáceres, resultaron infructuosos.
La versión de la
forma en que, finalmente, lograron vencer a Lempira, durante muchos años fue
producto de una investigación basada en la obra del Cronista Antonio de Herrera
y Tordesillas en su "Historia general de los hechos de los Castellanos en
las islas, tierra firme del Mar Océano", también conocida como “Décadas”
por ser diez tomos publicada en Madrid
entre 1601 y 1615 en las imprentas de Juan Flamenco y Juan de la Cuesta en
cuatro volúmenes, Herrera afirmó que Lempira murió a traición, mientras hablaba
con dos emisarios enviados por Montejo, asesinado por un arcabucero montado en
las grupa de un caballo. Pero esta versión generaba más preguntas que
respuestas. Durante muchos siglos nadie se acordó de Lempira, aparece por
primera vez en la “Historia de Centroamérica” de Pepe Milla quién tomó como
fuente la obra de Herrera y Tordesillas; posteriormente, los historiadores
hondureños del siglo XIX y XX copian literalmente el texto y así se genera la
versión generacional que todos conocimos en algún momento sobre la muerte de
Lempira: la traición. A continuación, ponemos a
disposición la versión de Herrera y Tordesillas sobre la muerte de Lempira:
“El Adelantado Montejo, en
viéndose pacifico Gobernador de Honduras, quitó los repartimientos a cuantos
los tenían por don Pedro de Álvarado, como se dijo, y echó de la tierra todos
los indios, que voluntariamente fueron de Guatemala, y trató de pacificar los
pueblos que aun no estaban seguros e usó mucha diligencia, e industria como
persona de prudencia; y cuando pensó, que toda la tierra estaba con quietud, de
que mostraba mucha gloria, como lo había escrito al Vicerrey don Antonio de
Mendoza, se levantó un valiente indio en una provincia llamada Cerquín, en los
términos de la ciudad de Gracias a Dios, puesta entre Sierras dificultosa para
ser conquistada. Este indio, llamado Lempira, que significa señor de la sierra,
convocó a todos los señores de la comarca, con los cuales, y los naturales
juntó 30,000 hombres; persuadióles el cobrar libertad, siendo cosa vergonzosa
que tantos y tan valerosos hombres, en su propia tierra se viesen en la
miserable servidumbre de tan pocos extranjeros; ofreció de ser su capitán, y
ponerse a los mayores peligros; aseguró, que si estaban unidos sería cierta la
victoria para ellos, y prometiendo de seguirle, unos por voluntad y otros por
temor, se comenzó la guerra, y mataron algunos castellanos que hallaron
descuidados por la tierra. El Adelantado Montejo, sabido del levantamiento,
envió desde Gracias a Dios al Capitán Cáceres con algunos soldados castellanos para
que pusiese a Lempira en obediencia, el cual ya había mandado fortalecer un
peñón muy nombrado que le llamaban Cerquín, y desde allí se defendía con daño
de los castellanos, que padeciendo en el sitio, que duró seis meses, grandes
trabajos, por haber invernado en campaña, pudiera ser que no acabaran tan
fácilmente la jornada, si no sucediera la muerte de Lempira, la cual sucedió de
esta manera:"
"Había muchos principales que le seguían en esta guerra, unos
contra su voluntad, porque no los tuviesen por cobardes, otros por respeto que
tenían a Lempira; y otros hubo que le dijeron que dejase aquella guerra, y
tomase por amigos a los castellanos, pues a cabo había de perder; pero el era
tan animoso que jamás mostró flaqueza, ni quiso dar oídos a los medios de paz
que los castellanos le ofrecían, antes los tenia en tan poco, que desde su
fuerte los decía muchas injurias. Visto su mucho atrevimiento, y que no se
hallaba modo para aprovecharse de él, el capitán Cáceres ordenó que un soldado
se pusiese a caballo, tan cerca, que un arcabuz le pudiese alcanzar de
puntería, y que este le hablase, amonestándole, que admitiese la amistad que se
le ofrecía; y que otro soldado, estando a las ancas, con el arcabuz le tirase;
y ordenando de esta manera, el soldado trabó su plática, y dijo sus consejos y
persuasiones, y el cacique le respondía, que la guerra no había de cansar a los
soldados ni espantarlos, y que el que mas pudiese vencería; y diciendo otras
palabras arrogantes, mas que de indio, el soldado de las ancas le apuntó cuando
vio la ocasión, y le dio en la frente, sin que le valiese un morrión, que a su
usanza tenía, muy galano y empenechado; cayó Lempira rodando por la sierra
abajo, armado de aquellos sayos o corceletes de algodón, basteados, muy
provechosos para la guerra de indios, que usan los castellanos. Con esta muerte
de Lempira, que el día antes anduvo muy triste, se levantó gran alboroto y
confusión entre los indios, porque muchos huyendo se despeñaron por aquellas
sierras, y otros luego se rindieron".
"Mucho antes que los castellanos llegaran aquellas partes de Gracias a
Dios, los indios tuvieron noticias de ellos, y no por eso dejaban las pasiones
y guerras; porque en particular, los de Cerquín tenían por imposible, que se
pudiese llegar a donde estaban, por la multitud dellos, y porque primero abrían
de pasar por muchas tierra, y vencer muchas gentes, y en especial a los Cares y
Potones, aunque entre ellos había guerra cruel, en la cual tenía Lempira tanta
fama de valiente, que afirmaron, que en una batalla mató 120 hombres de su
mano: y certificaron indios viejos que se tenía por cierto, que Lempira estaba
hechizado, o como dice el vulgo encantado; porque en infinitas batallas en que
se halló jamás fue herido, ni le pudieron flechar. Era de mediana estatura,
espaldudo, y de gruesos miembros, bravo y valiente, y de buena razón, nunca
tuvo más que dos mujeres y murió de 38 a 40 años. Y los indios tenían por
cierta la opinión, que si no muriera Lempira, Cerquín no se ganara tan presto;
para esta guerra se pacificó y confederó con los Cares sus enemigos: juntó los
hombres de más de 200 pueblos, y de señores, y caballeros conocidos tenía mas
de 2000. Su congregación fue en la Sierra de las Neblinas, en su lenguaje
Piraera; adonde estaba una gran pueblación, cuyo Señor era Entepica, que en
muriendo este, se dividió en muchos pueblos. Aquí se concertó la guerra, y
nombraron por general a Lempira, el cual muchas veces acometió a los
Castellanos, a los indios mexicanos y guatemalecas, que andaban con ellos, en
los cuales hacia mucho daño, y los suyos le recibían; pero como eran tantos, no
lo echaban de ver; Alonso de Cáceres le envió una embajada rogándole, que
aceptase la paz, y obedeciese al Rey de Castilla, prometiendo de tratarle bien:
fue la respuesta matar a los mensajeros, porque no quería conocer otro señor,
ni saber otra ley, ni tener otras costumbres de las que tenia; y cuando no se
acertara la suerte de haverle muerto, como se ha dicho, con él se pasara muy
gran trabajo". Tomado de: "Historia General de los
hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra firme del Mar Océano",
(Madrid, 1601), 4 tomos, de Antonio de Herrera y Tordesillas, nombrado primer
historiador de las Indias por el Rey Felipe II.
La duda sobre este documento es la
siguiente: ¿Cómo podían mantenerse 30,000 indios en la montaña?¿Que
comían?¿Como supieron que la bandera blanca significaba paz? Si habían indios
obligadamente debieron estar en el campamento mujeres y niños..¿De que iba a
vivir toda esa gente?¿Como es posible que un arcabuz con potencia de tiro
horizontal de 20 varas lograra disparar a mas de 200 metros diagonalmente
vertical?¿En que idioma hablaron para entenderse? Más pareciera que esta
crónica está encaminada a hacer ver más heroica la gesta española que la
indígena, cosa que sería lógica si el que pagaba por la misma, era el Rey de
España.
La verdad
histórica, sin embargo, fue producto del descubrimiento de la Probanza de
Méritos de Rodrigo Ruiz, quien afirma en ese documento haber dado muerte a
Lempira en combate cuerpo a cuerpo, cortándole la cabeza como prueba
fehaciente. Las Probanzas de Méritos eran documentos legales en donde un participante
de la invasión española solicitaba al rey cumpliera su palabra y en función de
los méritos de batalla le diera tierra e indios para que se la cultivasen. Ello
implicaba no sólo la declaratoria del demandante, sino también de cuantos
testigos pudieran incluirse para dar veracidad a la misma; también debían
incluirse cartas de veracidad de los oficiales bajo cuyo mando estuvo el
demandante y de autoridades del momento que pudieran dar fé del hecho relatado.
Así, Don Rodrigo Ruiz mediante notario, presentó su probanza de méritos con más
de veinte testigos en un expediente que contiene un gran volumen de páginas.
Esta pieza
documental fue localizada por el historiador nacional Mario Felipe Martínez
Castillo, y había sido escrita en México en 1558; está catalogada en Patronato
Regio Legajo No. 69, Ramo No. 5 en el
Archivo de Indias, en Sevilla y consta de 90 folios (páginas). En él, Don Rodrigo
narra los eventos que condujeron a que su patrulla enfrentara las huestes de
Elempira y como le mató:
“…Si saben que viendo yo el dicho
Rodrigo Ruiz lo que se hacia y estavamos en gran peligro todos los españoles
pues era publico que venían todos los naturales de la provincia a darnos guerra
y que no podía ser menos que al salirnos del dicho Real para nos volver al
asiento de Ciguatepeque como estaba mandado nos havían de matar e tomar vivo
algún español por estar como estavamos muchos dellos heridos e malos que no
podían pelear, yo el dicho Rodrigo Ruiz como celoso el servicio de su Magestad
poniendo en gran peligro mi persona por evitar tanto mal como se esperaba
procure entrar en el dicho escuadron de los enemigos con mi espada y rodela y
fui a la parte y lugar do estaba animando a su gente el dicho capitan llamado Elempira el que traia vestida y las
armas de los españoles que avia muerto y peleando con el le mate y córtele la
cabeca la cual por traerla al dicho general recibi muchas heridas ansi en la
cabeca como en el rostro con todo lo cual la saque en las manos y nunca la dexe
aunque venia peleando y herido de peligrosas heridas de las cuales llegue a un
punto de muerte y la cabeca le di al general en sus manos digan lo que saben e
vieren para el juramento que tienen hecho y si esto paso ansi en verdad…”(se
respeta la ortografía del documento original).
Con base en su
contenido, el Dr. Martínez Castillo concluye: "el levantamiento de Cerquín
fue totalmente cierto… el Capitán indígena que lideraba a los pueblos de la
provincia de Cerquín se llamaba Elempira". Con la muerte de Lempira se
consolidó el dominio territorial español sobre la región central y occidental
de Honduras y se fundaron nuevos poblados, entre ellos Gracias, en 1539.
Fernando Cruz sostiene que: "En Honduras se ha tomado acertadamente a
Lempira, un lenca, como símbolo de la nacionalidad. Por falta de investigación
histórica y de divulgación de lo que ya se ha investigado, su figura parece
abstracta y etérea, a veces revestida de falsos ropajes en otras
ocasiones…". Filánder Díaz Chávez lo ha llamado: "guerrero de la
dignidad nacional". Para Roberto Zapata, Lempira "es el pilar
de la nacionalidad, porque fue él quien inició las luchas por la libertad y la
defensa de Honduras". Sobre el significado del nombre Lempira, Jorge Larde
y Larín sostiene que en la lengua lenca, lempa quiere decir "señor"
(título de alta dignidad o jerarquía); y era, "cerro o sierra".
Uniendo ambos vocablos resulta Lempaera, y haciendo la ligación correspondiente
Lempira…Lempira, pues, era indio de pura raza lenca o potona, y tal nombre
significa "Señor de la Sierra".Lo cierto es que en el documento
referenciado, se nombra a un tal Elempira, por lo que tampoco puede
considerarse que el nombre haya sido falso. (Martínez Castillo, Mario
Felipe, Los últimos días de Lempira y otros documentos, Ediciones
Nueva Universidad, 1ª. Edición, 1987).
La credibilidad del documento se da no sólo por ser
una relación de méritos hecha ante la Audiencia de México, sino también por la
calidad de los testigos que aparecen en el proceso. Comenzaron a ser
interrogados el 10 de febrero de 1558, por separado, en secreto y bajo
juramento, respondiendo cada uno las 19 preguntas sobre la vida y actuación del
declarante.
Hay tres clases de testigos: 1o. Cuatro compañeros del
declarante que estuvieron en el sitio donde se dio muerte al Capitán indígena
que tenía revuelta la provincia de Cerquín; 2o. Aquellos que estaban en Siguatepeque y le vieron
llegar de la batalla con la cabeza del vencido. Aquí está doña Catalina de
Maldonado, hija del Adelantado Montejo, que dice textualmente "curó de las
heridas al soldado que según le dijo su padre el Adelantado había dado muerte
al capitán indígena que se sublevó en la provincia de Cerquín, por lo cual el
adelantado hizo regocijo y fiestas porque la gente que estaba sublevada era
mucha y ellos muy pocos y con la muerte del capitán indígena todos los pueblos
en dos o tres días vinieron en paz"; 3o. Aquellos que no estuvieron
presentes, pero oyeron al capitán Alonso de Cáceres y al mismo Adelantado
Montejo decir que la pacificación de Cerquín se debió a que “el dicho Rodrigo
Ruiz diera muerte en batalla al capitán indígena ELEMPIRA”. "por lo que
todos están de acuerdo en que fue este declarante y no otro el que llevó de paz
a la provincia con la muerte en combate con el capitán indígena que defendía
Cerquín”.
Entre estos testigos está Alonso de Maldonado quien fue
Presidente de la Audiencia de los Confines en 1542 en la ciudad de Gracias,
apenas unos seis años después de la muerte de Lempira.
La probanza de Don Rodrigo Ruiz
claramente establece una muerte que no deja lugar a dudas, y sobretodo presenta
datos más fidedignos que la de Herrera y Tordesillas. El hallazgo de los informes de Alonso de Cáceres, Francisco de Montejo y los testimonios de la hija de éste solo refrendan la verdadera historia de este héroe indígena.