viernes, 24 de febrero de 2017

LA ESTATUA DE MORAZÁN




LA ESTATUA DE MORAZÁN

 Quienes transitan por la plaza Central y se detienen a observar la estatua ecuestre del prócer unionista Francisco Morazán, no se imaginan la disputa que encierra en cuanto a su veracidad. 
Un 27 de agosto de 1882, el gobierno que presidía Marco Aurelio Soto determinó dejar un legado de obras escultóricas en la ciudad que, aparte de embellecerla, se convirtieran en el tributo que la patria le hiciera a sus ilustres hombres. A parte de la estatua en bronce del paladín destacaba la de José Cecilio del Valle, los bustos de José Trinidad Cabañas y José Trinidad Reyes y el grupo de las Cuatro Estaciones. En sí el monumento de Francisco Morazán fue erigido en 1883, pero fue gracias a que el 27 de agosto de 1882 se realizó la contrata firmada por Ramón Rosa para estas obras, en las que se invirtieron 32 mil pesos centroamericanos”, manifestó Carlos Turcios, director del Museo Casa de Morazán. La fecha es un motivo de celebración y este recinto para festejar este acontecimiento ofrecerá una conferencia sobre el tema. Se informó que la exposición se hará este próximo miércoles y estará a cargo del historiador Rafael Leiva Vivas, quien se ha encargado de desvirtuar en base a hechos las dudas de que la estatua que luce en la plaza central pertenece al prócer.
LEYENDA NEGRA: Convertida en especie de leyenda negra, Gabriel García Márquez repitió el falso argumento de los enemigos de Morazán. Con su delirio de la palabra mágica y resaltando los misterios de la imaginación relató que “el monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney, comprada en París en un depósito de esculturas usadas”. William Krehm, hablando de las desdichas de Honduras, retorció los hechos para situar el origen de la estatua entre la tragedia y la comicidad. Aseguró que “la estatua de Morazán, en la plaza de Tegucigalpa, donde la banda toca los domingos por la noche, no es realmente Morazán, como la inscripción lo indica, sino -cosa extraña- el mariscal Ney. La comisión enviada a Europa en el siglo XIX  para encargar una estatua de Morazán fue consumiendo sus fondos, y se vio reducida a comprar, a bajo precio, una figura ecuestre del mariscal, fundida para una ciudad francesa que luego no quiso aceptarla”. 
Con los años esta fantasía fue tomando la forma de una verdad hipotética y se ha venido repitiendo con desaprensión y colmo del ridículo, sólo comparable a la falsa identidad que se atribuye a los pueblos centroamericanos y el deseo exhibicionista de comparar la realidad con la caricatura. Rafael Leiva Vivas, autor del libro “La Estatua de Morazán”, del cual han sido sustraídos los datos que transcribimos, verificó la autenticidad de la estatua, y explicó a LA TRIBUNA que encontrar la información le llevó cerca de dos años, en los archivos diplomáticos de Paris. “No hay duda”, aseguró. Visitó la Asociación de Escultores, en las afueras de Francia. para consultarles si era posible que un escudo pudiera ser borrado o retirado y sustituirlo por otro, refiriendose al Escudo de Armas de la República que aparece en uno de los costados de la éscultura. “Ellos me dijeron que técnicamente era imposible”, afirmó Leiva Vivas, apuntando que existe otro detalle importante que asegura su autenticidad. “Al pie de la estatua está esculpido un cactus y esta planta no existe en Europa”, apuntó el investigador que tuvo en sus manos el libro donde se registra la orden que el escultor dio al fundador de la monumental obra.



Artículo 130 de la contrata de Durini: “Como adorno de la plaza y para dar mayor realce al monumento, Durini colocará cuatro estatuas de mármol en los ángulos de la indicada plaza. Las estatuas representarán, alegóricamente, los elementos o las estaciones del año”.



Historia de la Contrata
El pueblo salvadoreño fue el primero que tributó homenaje al prócer centroamericano. De ahí que la contrata la firmó el gobierno de El Salvador y con el ingeniero norteamericano Francisco A. Durini, el 4 de octubre de 1880, para hacer construir en Génova dos monumentos de mármol del benemérito general Francisco Morazán. La principal para ser colocada en el centro del parque mandado a construir con el nombre del héroe y el segundo en el centro del panteón general. La estatua monumental del general Morazán, había sido concebida por el presidente hondureño Marco Aurelio Soto, según decreto del 27 de agosto de 1882. Para su cumplimiento se suscribió una contrata el 29 de julio del mismo año entre Ramón Rosa, en representación del gobierno de Honduras y Durini. Por esta contrata Durini se comprometió a hacer construir en Italia, y colocar en el centro de la plaza principal de Tegucigalpa, un monumento dedicado por el gobierno de Honduras a la memoria del general Morazán.  
El monumento tendría nueve varas de altura, distribuidas así: una gradería de cuatro escalones y de 34 pulgadas: un zócalo o basamento del pedestal, de una vara y 33 pulgadas; una base del fuste de 12 pulgadas; un fuste de una vara y 17 pulgadas; un capitel de 28 pulgadas, y sobre el pedestal, formado por los cuerpos expresados, la estatua ecuestre del general Morazán, de tres varas y 17 pulgadas. La gradería y el fuste, y el zócalo, al interior, serían construidos de cal y canto; la gradería y el zócalo, en su parte exterior, serian de piedra natural del país, picada en forma de granito; la fachada del zócalo llevaría una lápida de mármol de Carrara, con esta inscripción, en letra de relieve, doradas: “a Francisco Morazán: la patria”.
En la parte posterior del zócalo habría otra lápida del mismo mármol, de iguales dimensiones, que llevaría grabadas y doradas estas inscripciones: “al repúblico inmortalizado por la más grande de las ideas: la Unión Nacional de Centro América”. “Al héroe de la Trinidad, de Gualcho, de las Charcas, del Espíritu Santo y de San Pedro Perulapán, que despreció la dictadura para fundar el gobierno de la democracia”. También se especificó en la contrata que se colocaría en mármol de Carrara y de relieve, el Escudo de Armas de la República, y bajo éste se grabaría, en mármol, el Decreto del Gobierno que prevenía la construcción del monumento. En la otra parte lateral del zócalo se grabaría en mármol de Carrara, la inscripción: “Francisco Morazán. Nació en Tegucigalpa, el 3 de octubre de 1792. Murió en San José de Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842’.
Se establecía también que la fachada del fuste llevaría, en bajo relieve de bronce, el escudo de la Republica Federal de Centroamérica y que la parte posterior del mismo un simulacro de la “Batalla de la Trinidad”. Noviembre II de 1927”. Las dos partes laterales del fuste llevaría dos festones de laurel en bronce. El articulo 8 de la contrata determinó que la estatua ecuestre de Morazán sería de bronce y la imagen del héroe llevaría un completo informe de General de División, en campaña. También se determinó por el artículo 13, la confección de cuatro estatuas de mármol, representativas o alegóricas a las estaciones del año, y que Durini habría de colocar como adorno en la plaza principal, para dar mayor realce al monumento. Durini se comprometió a colocar el monumento a más tardar el 31 de marzo de 1883, pero transcurrieron dieciseis meses a la fecha de inauguración, tiempo increíblemente corto, tomando la distancia de Europa y Honduras y el medio utilizado de embarque.

Portada del libro “Ediciones de Obras de Principales Artistas”, de la Casa Thiebaut Hermanos, donde aparece registrada la estatua de Morazán, encomendada a fundir por el escultor Morice.
LA FANTASÍA DE NEY: La semejanza entre Morazán y el Mariscal Ney proviene porque ambos sustentaron posiciones políticas divergentes, siendo el uniforme militar la única referencia de cierta analogía. Este es el solo argumento presentado por los creadores de la leyenda, asegurando que el rostro de Morazán no corresponde a los retratos de su época y que el escultor falseó con su atuendo militar.El historiador hondureño Victor Cáceres Lara respondió a estos infundios fantásticos confirmando el parecido físico existente entre la cara de la estatua de Morice y el retrato más conocido de Morazán, lo cual es indicativo de que el artista lo tuvo a la vista para realizar su obra, inobjetada por los hondureños en 1883, entre quienes habían elementos que habían conocido de vista al propio Morazán. El único parecido representativo entre ambas estatuas radica en el bicornio que también adorna la de Ney, localizada en París, en Jardines de Luxemburgo. Los pintores y escultores son libres para crear y pueden realizar las interpretaciones artísticas tomando como límite la belleza, y en la de Morazán plasmaron también sus grandes valores subjetivos. (Tomado del libro “La Estatua de Morazán” de Rafael Leiva Vivas) (NS.).

Firma del escultor Leopold Morice, visible al pie de la estatua de Morazán.
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Fuentes:
1. http://www.elheraldo.hn/Secciones-Principales/Metro/Los-130-anos-de-la-estatua-de-Francisco-Morazan
2. http://nacerenhonduras.com/2009/05/una-farsa-que-estatua-no-sea-de-morazan.html Tomado de La Tribuna del 3 de octubre de 1992.
4. Fotografía inicial cortesía del artista de la fotografía Fuad Azzad Ham quién cedió derechos a Proyecto Website para utilizarla.
5. Nota del reproductor de estas fuentes: Hace pocos años, cuando se realizaban los trabajos de mejora en el parque, la estatua estuvo en depósito en la Alcaldía y se aprovechó para constatar detalles de su autenticidad como los sellos federales existentes en los botones de la chaqueta y otros puntos descritos en el contrato. La estatua es de Morazán.

viernes, 17 de febrero de 2017

...a propósito de Don Cristóbal...




¿Que pasó con los Colón después de 1502?

Por Rolando Zelaya y Ferrera y
Esther Alexandra Garwer

De todos es conocida la gesta de Cristóbal Colón en busca de una ruta hacia las Indias Orientales que fuera más corta. De todos es conocido que firmó las Capitulaciones de Santa Fé, donde se otorgó a Don Cristóbal el cargo de Virrey de las nuevas tierras, el título vitalicio y hereditario de Almirante de todas las "islas y tierras firmes para durante su vida y despues de muerto a sus herederos e successores de uno en otro perpetuamente”. Pero casi nadie sabe lo que pasó con todos los Colón después del cuarto y último viaje realizado entre 1502 y 1504.

El navegante y explorador italiano Cristóbal Colón murió en Valladolid (España) el 20 de Mayo de 1506, a los 55 años de edad, a consecuencia de un ataque cardíaco. Según un estudio, publicado en febrero de 2007 por Antonio Rodríguez Cuartero, del Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Granada, Colón murió de un ataque al corazón causado por el síndrome de Reiter (también conocido como artritis reactiva). Según sus diarios personales y las notas de sus contemporáneos, los síntomas de esta enfermedad (quemazón al orinar, dolor e hinchazón de las rodillas, y conjuntivitis en los ojos) eran claramente visibles en sus últimos tres años. Muere reclamando sus derechos desde la pobreza: los Reyes Católicos habían concedido a Colón un régimen de Derecho privilegiado, personal y transmisible a sus sucesores por vía de mayorazgo -iba directamente al primogénito varón-, así que cuando el Almirante muere, en 1506, su hijo mayor, Diego, reclama los derechos que correspondían a su padre.

El Rey, hábil y astuto como siempre fue Fernando II, se quita de encima a Diego Colón mandándolo de gobernador a la isla de La Española, Diego vuelve a la Corte y continúa presentando memoriales para reclamar sus derechos. A la muerte de Fernando el Católico en 1516, le toca a Carlos I de España lidiar con el problema. En 1520, el emperador reenvía a Diego a La Española, donde vuelve a ser mal recibido, se queda otros tres años y regresa por última vez a España, donde muere en febrero de 1526. Su viuda, María Álvarez de Toledo, continúa la lucha (se llamaba a sí misma “la desdichada Virreina”) en nombre de su hijo Luis. La historia acaba en 1541, una vez que, en nombre de Carlos V, el cardenal Juan García de Loaysa ha “fabricado” dos laudos para resolver el contencioso. Luis, de acuerdo con su madre y sus seis hermanos acepta los siguientes títulos: Duque de Veragua (hoy territorio de Panamá), Marqués de Jamaica, Almirante de la Mar Océano y, años más tarde, Duque de la Vega.

Hernando su hermano en cambio, entre 1509 y 1539 recorrió gran parte de Europa buscando obras impresas y manuscritas para su colección, una biblioteca de corte universal que sirviese de instrumento de trabajo a los estudiosos e investigadores. Nunca se casó y a su muerte el 12 de julio de 1536, dejó dispuesto en su testamento que todos sus libros llevasen una nota a modo de ex libris: «Don Fernando Colón, hijo de Don Cristóbal Colón, primer Almirante que descubrió la India, dejó este libro para uso e provecho de todos sus prójimos, rogad a Dios por él».


En cuanto a Bartolomé, hermano de Don Cristóbal, en 1509 viajó de nuevo a las Antillas en compañía de su sobrino Diego, pero no tardó en retornar a Castilla en donde el regente del reino, el soberano Fernando II de Aragón, le confirmó la posesión de la isla de Mona, próxima a Puerto Rico. Finalmente el adelantado Bartolomé Colón falleció el 14 de agosto de 1514 en la ciudad de Concepción de la isla La Española, dejando como único heredero a su sobrino Diego Colón. Fue enterrado en el convento de San Francisco de Santo Domingo, primer monasterio que esta orden tuvo en la isla.
Fuentes:
1.      Diego-Fernández Sotelo, Rafael (1987). Capitulaciones colombinas (1492-1506). El Colegio de Michoacán. ISBN 9789687230306.
2.      Fernández Herrero, Beatriz (1992). La utopía de América: teoría, leyes, experimentos. Anthropos. ISBN 84-7658-320-6.
3.      Rumeu de Armas, Antonio. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ed. Nueva luz sobre las capitulaciones de Santa Fe. ISBN 9788400059613.
4.      Varela Marcos, Jesús; Montserrat León Guerrero (2003). El Itinerario de Cristóbal Colón (1451-1506). Valladolid: Diputación de Valladolid. ISBN 84-7852-229-8.
5.      Verlinden, Charles; Pérez-Embid, Florentino (2006). Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Ediciones Rialp. ISBN 978-84-321-3585-9.